La falta de demanda de fibras recicladas, los riesgos de downcycling y las posibles desviaciones de residuos a terceros países son algunas de las preocupaciones detectadas por los investigadores.

Un nuevo estudio europeo advierte de que las futuras políticas para reforzar la circularidad en el sector textil podrían generar efectos no previstos si no se integran herramientas más sólidas de análisis y evaluación antes de su aprobación. El trabajo, realizado por investigadores de Dinamarca y España, analiza cómo las medidas actualmente en desarrollo dentro del Plan de Acción de Economía Circular pueden influir —positiva o negativamente— en el mercado, el consumo y la gestión de residuos textiles en la Unión Europea.
El punto de partida es claro: las iniciativas comunitarias aplicadas hasta ahora han permitido incrementar las tasas de reciclaje, reducir el vertido y consolidar nuevas capacidades industriales basadas en modelos circulares. Los indicadores muestran, además, una correlación positiva entre circularidad y crecimiento económico. Sin embargo, el sector textil —identificado como prioritario en la estrategia europea para textiles sostenibles y circulares— presenta desafíos particulares derivados del aumento del consumo, la baja durabilidad de los productos y las limitaciones actuales del reciclaje de fibras.
Del incumplimiento parcial a los impactos globales
La investigación se basa en entrevistas a 11 representantes institucionales, empresariales, académicos y de organizaciones civiles, así como en una encuesta a 73 participantes de 27 Estados miembros. Los expertos diferenciaron entre efectos de primer orden, vinculados directamente a la política (por ejemplo, el impacto de un impuesto sobre ropa de baja calidad), y efectos de segundo orden, es decir, consecuencias indirectas como cambios en el comportamiento del consumidor o desviaciones de residuos a mercados terceros.
Entre los efectos de primer orden no deseados, los entrevistados señalaron:
- Políticas con alcance limitado por falta de recursos en su diseño o implementación.
- Medidas que no modifican realmente los patrones de consumo, como impuestos fácilmente absorbidos por grandes operadores.
- Falta de transparencia sobre el contenido reciclado de materiales importados.
- Riesgo de downcycling y eliminación ante la escasa demanda de fibras recicladas.
- Prioridad pública al reciclaje frente a la prevención, pese a que la jerarquía de residuos sitúa la reducción del consumo por encima del reciclaje.
Los efectos de segundo orden se agrupan en cuatro ámbitos:
- Dinámicas de importación y exportación: restricciones en el tratamiento o cuotas de contenido reciclado podrían incrementar las exportaciones de residuos textiles y generar efectos negativos en países receptores.
- Aprovechamiento de vacíos legales: empresas que adaptan sus productos para eludir nuevas obligaciones sin alinearse con los objetivos ambientales de fondo.
- Alteraciones de precios y consumo: ajustes de precios que moderan la demanda, pero también amplían desigualdades sociales o desplazan prácticas insostenibles hacia otros mercados.
- Reacciones sociopolíticas: medidas medioambientalmente positivas pero con costes para la ciudadanía pueden provocar resistencia, menor cumplimiento y pérdida de apoyo público.
Herramientas recomendadas
Para evitar estos impactos no deseados, los autores recomiendan reforzar varias herramientas dentro del proceso legislativo europeo:
- Mayor participación temprana de los actores del sector. Involucrar a recicladores, gestores de residuos, industria textil y consumidores antes de iniciar las evaluaciones de impacto permitiría detectar lagunas regulatorias y anticipar problemas de implementación.
- Integrar el micro y el macroanálisis. Combinar modelos macroeconómicos con análisis de ciclo de vida (ACV) aportaría una visión más completa, aunque aún existen desafíos metodológicos en la integración de ambos niveles.
- Considerar escenarios más ambiciosos y efectos en terceros países. Los expertos piden evaluar situaciones extremas —como interrupciones por guerras o confinamientos— y analizar los efectos en países extracomunitarios y comunidades vulnerables, que a menudo son receptores del residuo textil europeo.
- Incorporar ciencia del comportamiento en el diseño normativo. Dado que los efectos de segundo orden son, en gran parte, conductuales, se insta a incluir análisis sociales y de comportamiento para comprender mejor las respuestas ciudadanas y empresariales.
El estudio, publicado en Sustainable Production and Consumption, reconoce que no fue posible evaluar en profundidad las propuestas legislativas más recientes debido a la falta de datos, ya que muchas aún están en fase de desarrollo. No obstante, insiste en la necesidad de que la UE refuerce los mecanismos de análisis para que la transición hacia un sistema textil circular no genere impactos contraproducentes en la gestión de residuos, la economía ni el comportamiento social.
Los autores proponen centrar futuras investigaciones en conectar mejor los efectos de segundo orden con las evaluaciones de impacto, con el fin de diseñar políticas más efectivas y coherentes con los principios de la economía circular.







