Jordi Diaz Marcos.
Profesor del departamento materiales y microscopista.
Universitat de Barcelona.
La base de la economía circular es garantizar un crecimiento sostenible a lo largo del tiempo, lo que implica optimizar los recursos, reducir el consumo de materias primas y dar una nueva vida a los residuos a través del reciclaje y la reutilización.
Estamos abrumados por la avalancha de noticias sobre los graves problemas medioambientales que nos están causando los plásticos. Desde la omnipresente contaminación plástica que nos rodea, pasando por la ingestión de microplásticos en nuestra cadena alimentaria, hasta las vastas “islas o sopas” de plástico en los océanos. ¿Tiene solución este problema?
Esta pregunta tiene difícil respuesta. Hemos perdido el control sobre los residuos plásticos, entre otras razones, porque los intereses industriales tienen más peso que las políticas nacionales. Sólo una estrategia conjunta puede dar solución a un problema global.
Los primeros pasos se están dando. Por ejemplo, en marzo de 2022, durante la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-5.2), se adoptó una resolución histórica para desarrollar un instrumento internacional legalmente vinculante sobre la contaminación plástica. Esta propuesta está basada en un enfoque integral, abordando todo el ciclo de vida del plástico, desde su producción hasta su diseño y eliminación.
Una solución circular
La economía actual se basa en el modelo “coger-hacer-desechar”, dependiente de recursos baratos y disponibles para crear condiciones de crecimiento y estabilidad. Y uno de los pilares de este modelo son los plásticos.
Sin embargo, su impacto ambiental es cada vez más evidente, a lo que hay que añadir un aumento continuado en sus precios en los últimos años. Además, se espera que para 2030 haya 3000 millones más de consumidores de clase media, lo que incrementará la demanda de recursos finitos y cuestionará nuestro sistema económico actual. Necesitamos un nuevo enfoque.

Muchas voces abogan por una economía circular como la forma de desvincular el crecimiento de las limitaciones de recursos. Este planteamiento abre caminos para reconciliar las perspectivas de crecimiento y participación económica con la prudencia y equidad ambiental.
La base de la economía circular es garantizar un crecimiento sostenible a lo largo del tiempo, lo que implica optimizar los recursos, reducir el consumo de materias primas y dar una nueva vida a los residuos a través del reciclaje y la reutilización. Acciones que pueden ser especialmente beneficiosas para el sector de los plásticos.
Una solución integral
En 2018, la Comisión Europea lanzó la Estrategia Europea para el Plástico en una Economía Circular, basada en cuatro elementos principales: hacer que el reciclaje sea rentable para las empresas, reducir los residuos plásticos, acabar con el vertido de basura al mar y fomentar la inversión y la innovación.
La iniciativa presenta una “visión para un sector del plástico inteligente, innovador y sostenible que genere crecimiento y empleo en Europa y contribuya a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la dependencia de los combustibles fósiles importados”.
Para abordar la economía circular aplicada a los plásticos, es fundamental comprender primero su vida útil. Esta puede variar considerablemente, desde 1 hasta 50 años, aunque hay productos, como las tuberías utilizadas en construcción, que pueden durar hasta 100 años. Además, es crucial tener en cuenta las limitaciones inherentes al reciclaje de plásticos.
El reciclaje implica la reutilización de productos desechados para darles un nuevo uso después de ser recuperados, lo que representa la esencia de la economía circular. Por ejemplo, una botella desechada puede transformarse nuevamente en granza (materia prima) y utilizarse para fabricar una prenda de vestir.
Técnicas de la economía circular
Además del reciclaje, la economía circular también se desarrolla a través de la economía colaborativa, donde plataformas tecnológicas nos permiten compartir sus recursos, en lugar de adquirir nuevos. Esto ayuda a reducir la demanda de productos nuevos y promueve la reutilización y el uso eficiente de los recursos existentes.
Otra técnica de economía circular es el compostaje, que convierte los residuos orgánicos (incluidos los plásticos compostables) en fertilizante natural. De esta manera, se minimizan los residuos en vertederos y, en su lugar, son convertidos en recursos para la agricultura y la jardinería.
Hasta ahora, la economía circular depende de nosotros, pero existen otras posibilidades que dependen de los fabricantes y del modelo de sociedad de consumo actual. A continuación veremos algunos ejemplos.

Ejemplos exitosos de economía circular
Uno de los aspectos más molestos del modelo actual de consumo es la obsolescencia programada. En lugar de producir y comprar constantemente nuevos productos, la economía circular promueve la extensión de la vida útil de los productos existentes. Esto se puede lograr mediante el mantenimiento adecuado, la reparación y la actualización de productos electrónicos, electrodomésticos, muebles y otros bienes duraderos.
Para favorecer la vida útil de los productos, debemos diseñarlos con el objetivo de durabilidad y ser fácilmente reparables en caso de avería, en lugar de ser desechados y reemplazados. Este es un principio clave en toda economía circular que se precie: los productos deben ser diseñados para tener una vida útil más larga.
Además, debemos adoptar fuentes de energía renovable, como la energía solar y eólica. Estas fuentes pueden ser utilizadas de manera sostenible a diferencia de los combustibles fósiles, que se prevé que se agoten durante este siglo y que, además, implican problemas medioambientales evidentes.
Por otra parte, el problema de los envases de un sólo uso se puede reducir mediante la utilización de envases reutilizables y retornables. Por ejemplo, en algunos países, los envases de vidrio para bebidas pueden ser devueltos y reutilizados después de su uso, evitando así residuos innecesarios. Esta práctica, por cierto, era habitual en tiempos de nuestros padres y abuelos.
Otra técnica alineada con la economía circular es la economía de la funcionalidad, un concepto en el que los fabricantes no venden los productos en sí, sino que proporcionan los servicios o funciones que dichos productos ofrecen. Por ejemplo, en lugar de comprar una impresora, se puede contratar un servicio de impresión a una empresa especializada, lo que promueve el uso eficiente de los recursos y favorece la generación de menos residuos.
A esto le podemos sumar el upcycling, o sea, convertir materiales o productos descartados en productos de más valor y utilidad. Un ejemplo es el de los parques infantiles con suelos reciclados producidos a partir de neumáticos viejos.
¿Seremos capaces de hacer un cambio?
Finalmente, la economía circular se puede complementar con la economía regenerativa, que potencia la regeneración y restauración de los recursos naturales, como bosques, suelos y fuentes de agua. Con este enfoque, logramos restablecer el equilibrio ecológico, logrando un impacto positivo en la naturaleza.
En resumen, la economía circular es una herramienta muy valiosa para repensar el posconsumo de los plásticos. Nos permite crear una economía más sostenible, con menos residuos y un mayor aprovechamiento de los recursos. Quizás sí sea la solución al problema de los plásticos. Pero ¿estamos preparados para este cambio?
Fuente:
The Conversation








