El sector del plástico pide mantener el nivel actual de 0,80 €/kg y destinar íntegramente los ingresos a financiar la transición hacia una economía circular de los plásticos.

La Comisión Europea ha planteado recientemente una propuesta para incrementar los recursos propios de la Unión, lo que incluye un aumento del gravamen sobre los residuos de envases plásticos no reciclados. La medida supondría elevar la tasa que actualmente pagan los Estados miembros de 0,80 €/kg a 1 €/kg, un incremento del 25 %.
El llamado Plastics Own Resource, conocido como “tasa europea al plástico”, fue introducido tras el Brexit con el objetivo de compensar parcialmente el agujero presupuestario en las cuentas comunitarias. En 2023 generó ingresos por valor de 7.200 millones de euros. Sin embargo, hasta ahora solo España ha trasladado el coste a sus empresas mediante un impuesto propio: 0,45 €/kg sobre envases de plástico no reutilizables, calculado según el peso de material no reciclado.
La industria del plástico, que ya enfrenta una coyuntura crítica por los elevados costes energéticos, laborales y de cumplimiento ambiental frente a la competencia de terceros países, advierte de que el incremento no contribuirá necesariamente a mejorar la sostenibilidad. Según el sector, el riesgo es doble: por un lado, desincentivar la inversión en infraestructuras clave para la circularidad; por otro, alimentar un proceso de desindustrialización que se traduce en cierres crecientes de plantas de fabricación de resinas, reciclado y transformación.
Un contexto regulatorio exigente
El debate se produce en un momento en que el marco normativo europeo impulsa con fuerza la transición hacia modelos circulares. El Reglamento de Envases y Residuos de Envases (PPWR) establece para 2030 cuotas obligatorias de contenido reciclado de entre el 10% y el 35% en todos los envases plásticos, además de la exigencia de que sean 100% reciclables. A ello se suman otros textos legislativos clave como el Reglamento sobre Vehículos al Final de su Vida Útil (ELV), la Directiva Marco de Residuos (WFD) o el Reglamento de Ecodiseño para Productos Sostenibles (ESPR).
Todas estas normas envían un mensaje inequívoco: la industria del plástico debe acelerar su transición hacia la circularidad. Sin embargo, el sector advierte de que la efectividad de la tasa comunitaria y de los impuestos nacionales se ve mermada porque sus ingresos se destinan a los presupuestos generales —europeos o nacionales— en lugar de reinvertirse directamente en proyectos de economía circular.
Riesgos de una aplicación prematura
El Tribunal de Cuentas Europeo ya alertó en su informe de 2024 de que los Estados miembros no están adecuadamente preparados para aplicar el mecanismo de recursos propios vinculado a los envases plásticos no reciclados. Incrementar la tasa en este contexto, señalan las conclusiones, podría generar distorsiones: más que mejorar los resultados medioambientales, conduciría a la búsqueda de soluciones de financiación alternativas sin vinculación directa con la reducción de residuos.
A ello se añaden riesgos asociados a la competitividad, la sustitución de materiales y el control efectivo de la aplicación de la tasa, especialmente en lo relativo a importaciones de productos, materias primas y reciclados. La industria insiste en que la medida no debería convertirse en una mera fuente de ingresos para otras prioridades presupuestarias de la Comisión, sino en un instrumento específico para acelerar la transición hacia un modelo productivo más sostenible y eficiente en el uso de recursos.
La propuesta del sector: un fondo dedicado
Por todo ello, la industria reclama que se mantenga el nivel actual de 0,80 €/kg en el paquete de recursos propios y que los ingresos derivados de esta figura impositiva se destinen íntegramente a un Fondo Europeo para la Circularidad de los Plásticos. Dicho fondo, financiado por la propia tasa, tendría como misión reforzar las prácticas de recogida y clasificación de residuos, así como promover la integración efectiva de plásticos reciclados en nuevos productos.
Asimismo, se solicita a la Comisión Europea la presentación de una evaluación de impacto que analice en detalle los efectos de la tasa sobre la competitividad de toda la cadena de valor del plástico. Esta revisión debería tener en cuenta, además, las obligaciones fijadas por el Reglamento de Envases y Residuos de Envases.
Circularidad con apoyo financiero estable
El planteamiento de la industria es claro: sin un sistema de financiación específico y a largo plazo, será muy difícil materializar la circularidad que exige la legislación europea. Y, en este sentido, consideran que la tasa al plástico solo podrá ser eficaz si sus ingresos se reinvierten en proyectos que impulsen la transición ecológica del sector.
Con un tejido industrial sometido a fuertes tensiones estructurales y con la amenaza constante de deslocalizaciones, el reto para Bruselas es equilibrar la necesidad de reforzar los recursos propios de la Unión con el compromiso de mantener la competitividad de sectores estratégicos. En este escenario, la decisión sobre el futuro de la tasa al plástico puede ser un elemento clave tanto para la sostenibilidad como para la viabilidad económica de una industria en plena transformación.