La asociación británica de reciclaje textil responde así a un reciente artículo de The Guardian en el que se denunciaba la acumulación de prendas usadas procedentes del Reino Unido en humedales de Ghana.
La reciente denuncia publicada en un artículo del diario británico The Guardian sobre la acumulación de ropa usada en humedales protegidos de Ghana ha vuelto a poner en el foco el complejo entramado del comercio internacional de textiles de segunda mano, especialmente los flujos que parten del Reino Unido hacia países del Sur Global. Aunque las imágenes de prendas desechadas generan justificada preocupación, expertos del sector advierten sobre el riesgo de simplificar el problema y desconocer el valor social y ambiental que encierra este comercio.
Desde la Textile Recycling Association (TRA) del Reino Unido, se destaca que este tipo de reportajes deben enmarcarse en una conversación más amplia sobre residuos, sostenibilidad y justicia ambiental. La organización recuerda en un comunicado que los textiles —como cualquier otro producto— tienen un ciclo de vida finito, pero que en mercados como el ghanés la ropa usada se reutiliza, repara y revende en sistemas informales altamente estructurados, como el del Mercado Kantamanto en Accra, considerado como un modelo de economía circular en funcionamiento.
La producción de prendas nuevas representa entre el 2% y el 8% de las emisiones globales de carbono, posicionando a la industria de la moda como la cuarta más contaminante a nivel mundial, solo por detrás de la vivienda, el transporte y la alimentación (Agencia Europea de Medio Ambiente, 2022). A ello se suma el consumo masivo de agua —hasta 10.000 litros por kilogramo de algodón— y la polución hídrica derivada del uso de tintes y químicos industriales, responsables de hasta el 20% de la contaminación global de agua dulce.
Frente a este panorama, la reutilización de ropa ofrece beneficios ambientales tangibles: un estudio de la Confederación Europea de Industrias del Reciclaje (EuRIC) concluye que la compra de ropa usada tiene un impacto climático 70 veces menor que adquirir ropa nueva.
Cifras clave desde el terreno
Contrario a la percepción de que grandes cantidades de residuos textiles llegan a Ghana como “desechos disfrazados”, investigaciones recientes matizan la situación:
- Solo el 1,2% del contenido de los fardos de ropa usada importados a Accra es considerado residuo, según un estudio de la organización alemana de cooperación GIZ.
- La generación de residuos textiles en el mercado de Kantamanto se sitúa entre 5 y 53 toneladas semanales, y alrededor del 50% corresponde a recortes de costura.
- En Accra, los residuos textiles representan apenas entre el 1,7% y el 2,2% del total de residuos urbanos, y solo una fracción mínima corresponde a prendas reutilizables.
- El comercio de ropa de segunda mano sostiene 2,5 millones de empleos en Ghana y cubre las necesidades de vestimenta del 95% de la población.
Responsabilidad compartida
La TRA insiste en la urgencia de implementar en el Reino Unido sistemas de responsabilidad ampliada del productor (RAP) para textiles, que consideren el ciclo completo del producto y promuevan un enfoque globalmente responsable. No obstante, subraya que estas políticas deben fortalecer —y no obstaculizar— los sistemas internacionales de reutilización, canalizando inversiones hacia infraestructuras de gestión de residuos en países receptores como Ghana.
«El comercio mundial de ropa de segunda mano es una de las herramientas más eficaces que tenemos para reducir la huella medioambiental de la moda», concluye la organización.