Actualmente las biorrefinerías de segunda generación aprovechan menos del 20% de la biomasa que utilizan como materia prima para producir etanol.
A caba de arrancar el proyecto europeo BioREFINE-2G, cuyo objetivo es la obtención de polímeros biodegradables a partir de los residuos procedentes de la producción de biocombustibles. En él participa AIMPLAS junto con otras siete empresas y centros de investigación.
Actualmente, las biorrefinerías de segunda generación aprovechan menos de un 20% de la biomasa que utilizan como materia prima para producir etanol. El 80% de los residuos restantes se utilizan para la producción de biogás y energía, principalmente. A través de las investigaciones que se van a llevar a cabo durante el desarrollo del proyecto se espera lograr un mayor aprovechamiento de estos residuos para la fabricación de productos de mayor valor añadido.
Concretamente, se trata de desarrollar procesos industriales para convertir estos residuos en plásticos biodegradables, cuya demanda por parte del mercado está actualmente al alza.
El proyecto abarca toda la cadena de valor, desde la identificación de la materia prima en la naturaleza y el desarrollo de nuevas fábricas de levadura industrial hasta el desarrollo de métodos de polimerización para la producción de polímeros biodegradables aplicables como plásticos, recubrimientos o adhesivos. Además, se realizarán análisis de ciclo de vida y de viabilidad económica de los productos obtenidos.
Se trata, por tanto, de un proyecto que persigue un doble objetivo. Por una parte, rentabilizar los procesos industriales de producción de biocombustibles, y por otra, la producción de biopolímeros sostenibles, como es el caso de los plásticos biodegradables, a partir de los residuos de estos procesos.
BioREFINE-2G es un proyecto cofinanciado por la Comisión Europea dentro del 7º Programa Marco (Nª FP7-613771) y coordinado por DTU, el Centro para la Biosostenibilidad de la Universidad Técnica de Dinamarca. Junto a AIMPLAS participan en él la universidad sueca de Lund, la empresa sueca Borregaard, la portuguesa Biotrend, la empresa de energías renovables alemana WIP, el Instituto de Hamburgo para la Cooperación Ambiental y la española Ecopol Tech.