Ignasi Puig Ventosa
Maria Calaf Forn
Maria Mestre Montserrat

ENT

No, no resulta extraño. Lo que resultaría extraño sería lo contrario, que la factura del agua fuese la misma, tanto si gastásemos 100 litros como si gastásemos 1.000. Hay pocas cosas en este mundo que funcionen como un bufet libre.

No obstante, el mismo concepto aún resulta extraño cuando se aplica a los residuos. Hoy en día lo habitual es que hagas lo que hagas como ciudadano, ya sea generar muchos residuos o pocos, separarlos selectivamente o no, pagues lo mismo por su gestión: una tasa de residuos municipal de importe fijo. En algunos casos, el importe no es fijo, sino dependiente de variables que no tienen nada que ver con el comportamiento real en cuanto a la generación de residuos.

En otros países más avanzados en cuanto a gestión de residuos, pagar en función de la cantidad y tipo de residuos efectivamente generados, y medidos de forma individual, es una práctica habitual. Normalmente lo hacen mediante modelos de recogida selectiva puerta a puerta y mediante la estandarización de las bolsas o cubos de recogida de basuras. En el primer caso solamente se recogen estas bolsas especiales, las cuales han sido previamente vendidas por los Ayuntamientos a un precio que incorpora parte de los costes del servicio (del mismo modo que el precio de un sello incorpora el coste del envío de la carta); en el segundo caso, cada cubo se asocia a un usuario concreto (cada vez más, mediante el uso de chips identificativos), a quién se traslada el coste en función del volumen del recipiente, de la fracción, del número de recogidas o del peso de los residuos depositados.

Estos sistemas se conocen con el nombre de tasas de residuos de pago por generación (PxG) y todavía están poco extendidas en España. Sólo 7 municipios las tienen en vigor (tres en Catalunya, tres en Baleares y uno en Euskadi). Algunos más las aplican únicamente a los residuos comerciales.

O se activan medidas de apoyo bien dirigidas, singularmente encaminadas a promover la recogida selectiva puerta a puerta y a gravar fiscalmente el vertido y la incineración de residuos, o el desarrollo de las tasas de residuos de pago por generación no alcanzará una implantación mínimamente generalizada.

Se trata de la medida singular de alcance municipal que puede tener mayor impacto sobre la prevención de residuos, la que debería ser la primera prioridad según la jerarquía de gestión de residuos. Y también puede representar una contribución importante a incrementar el reciclaje. Tal y como concluye un estudio reciente sobre estos sistemas en diferentes países europeos, el PxG tiene potencial para adaptarse bien a las condiciones locales, para promover la reducción de residuos, para incrementar considerablemente el reciclaje y el compostaje, así como para ser bien recibido por los agentes implicados.

Siendo así, ¿por qué no vemos todavía una implantación amplia de estos sistemas en el Estado español?

Existen varias razones. Algunas de las más importantes podrían ser:

  • Es un modelo eminentemente vinculado a la recogida selectiva puerta a puerta. A pesar de que ya asistimos a una proliferación de este modelo –en Cataluña más de 130 municipios y algunas decenas más en Baleares, Euskadi y Navarra–, su alcance todavía es muy minoritario y centrado sobre todo en municipios pequeños. Los resultados superiores que logra este modelo deberían convertir su impulso en una de las principales prioridades de la gestión de residuos.
  • A los municipios todavía les resulta demasiado barato y fácil continuar con políticas de gestión de residuos que no logran los resultados de recuperación que una gestión eficiente de los recursos exigiría. Una fiscalidad elevada sobre el vertido y la incineración de los residuos debería ser también una prioridad, así como el traslado efectivo al nivel municipal del cumplimiento de los objetivos legales de gestión de residuos.
  • La falta de valentía política, que dificulta modificar de forma transformadora los tributos.
  • La insuficiente disponibilidad de recursos económicos, sobre todo en los modelos de PxG más robustos (con chips, lectura automática, etc.).

Una dificultad añadida es que su implantación debe coincidir aproximadamente con el cambio de año fiscal. Esto deja exactamente 4 momentos en los cuales puede instaurarse a lo largo de una legislatura, que en la práctica acostumbran a quedarse en dos, ya que los otros dos quedan demasiado cerca de las anteriores elecciones municipales (por lo tanto, sin margen de tiempo para haber preparado las reformas de ordenanzas necesarias, entre otros) o de las siguientes elecciones (lo que supone la paralización de decisiones importantes).

Todo ello indica que, o se activan medidas de apoyo bien dirigidas, singularmente encaminadas a promover la recogida selectiva puerta a puerta y a gravar fiscalmente el vertido y la incineración de residuos, o el desarrollo de las tasas de residuos de PxG no alcanzará una implantación mínimamente generalizada.

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